Ahora tiene cinco tiendas que administra junto con sus hijos y que emplean a 11 personas. Aun don Carlos pasa gran parte de su tiempo viajando por todo el país para conseguir los que fabrican sus 87 proveedores, a quienes les compra unos 300,000 pesos de República Dominicana (a un tipo de cambio de 45 peso de RD por dólar) en productos al mes. La mayoría de ellos son adultos mayores y microempresas que se dedican a la elaboración de antojos criollos de forma artesanal. “No importa que tan lejos esté el pueblo donde los elaboran, yo negocio con ellos directamente, los financio y les doy todo tipo de facilidades con tal de que no se pierda esa tradición”.
Por ejemplo, cada mes una familia de Puerto Plata elabora las más de 3,000 tortas de casabe que se venden en la tienda; el queso en hoja viene de Nagua; los dulces son de Baní, el mabí del Seibo o las galleticas de Moca; todos los productos en la tienda tienen su origen y una historia que contar, por eso la gran mayoría de sus clientes son personas mayores que crecieron rodeados de estos sabores.
Pero este negocio puede estar en vías de extinción y podría desaparecer en unos años si las generaciones no siguen la tradición de preparar platos tradicionales y consumirlos. “Lo ideal es que el Estado o la empresa privada promueva escuelas laborales en los campos, para que esas personas que hacen productos nacionales puedan enseñarle a las nuevas generaciones cómo hacerlos y que nosotros como padres de familia les enseñemos a nuestros hijos a valorar lo que verdaderamente es nuestro, para no perder nuestras costumbres”.
Ante la pregunta de qué va a pasar cuando sus proveedores ya no estén, en tono de broma, pero con mucha nostalgia, contesta: “entonces el negocio se llamará Lo que queda del país”. Esperemos que sea por muchos años más.
Carlos Estrella. (Foto: Reynold Rosado).
Fuente: http://www.forbes.com.mx/el-emprendedor-que-compilo-un-pais-en-una-tienda/
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