Carlos Martínez "The Tsunami", su travesía hacia Grandes Ligas

El lanzador dominicano de los Cardenales de San Luís, Carlos Martínez (El Tsunami), nativo del sector Colinas del Sur (El Avispero) en esta ciudad de Puerto Plata, escribió públicamente la  travesía de su vida en medio de las adversidades que tuvo que superar para llegar a las Grandes Ligas. 

Martínez escribió el relato de su vida que le puso por título "La ola de la Perseverancia", publicado en su nuevo blogs electrónico donde explicó, de manera sucinta las penurias que sufrió con su familia cuando su modesta vivienda se le inundaba cada vez que llovía torrencialmente en su natal Puerto Plata y además reseña parte de su historia como jugador de béisbol al punto de señalar como surge el apodo de "Tsunami". 

El Tsunami al iniciar la narrativa de su historia, asegura que como niño, tenía el sueño de llegar a Grandes Ligas, como cualquier otro pelotero juvenil en Puerto Plata, ciudad ubicada en la zona norte de la República Dominicana ya que para el en ese momento, era más que ponerse un uniforme, jugar ante las cámaras de televisión o que miles de fanáticos gritaran mi nombre. Tenía la ilusión de sacar de la pobreza a mi familia, de tener un futuro seguro y de enorgullecer a su pueblo natal, pero debió encarar y sufrir en carne propia muchos altibajos en su anhelado camino hacia las Grandes Ligas, teniendo que nadar según expresa una verdadera ola de adversidades. 

Carlos Martínez quien en esta temporada será el quinto abridor de los Cardenales de San Luis, indicó que aunque yo era bien flaco y más pequeño que la mayoría de sus compañeros, como adolescente pensaba que tenía el talento para jugar como jugador de posición ya que era un bateador con confianza y por esa razón, pensaba que podía batear a los niveles más altos, pero después de varios intentos fallidos como torpedero ante scouts de varios equipos, su coach lo convenció de empezar a pichar debido a la fuerza que Dios le dio en el brazo. Según contó, su transición de torpedero a pitcher fue un proceso largo y de hecho quería dejar de jugar béisbol en sentido general, pero después de muchas pruebas y ofertas de contrato, finalmente firma con los Cardenales en el 2010 por un monto inesperado de US$1.5 millón y fue uno de los días más felices de su vida porque por el momento, pensaba que había llegado a lo máximo y tuvo su anhelada oportunidad de poder sacar de la pobreza a su familia comprando una casa de ladrillo en un buen vecindario (Torre Alta), pero aclara que no se ha olvidado del barrio donde se crió y nunca olvidará de dónde viene. 

Tras ser firmado, era el tiempo de asegurar su futuro a largo plazo y empezar su camino hacia las Grandes Ligas, por lo cual en su primer año como profesional en la Dominican Summer League, tiraba a 97−99 millas por hora y tal como lo cronometró el radar en varias ocasiones llegó a un tope de 102 millas por horas, por lo cual se empezó a hablar mucho sobre la velocidad de su bola recta, hasta el punto de que los fanáticos locales siempre lo apoyaban en cada salida. Recuerda que desde las gradas, un fanático gritó: "Ese muchacho es muy dominante, es como un tsunami que se adueña de esta liga". Después de ese momento, sus compañeros y todo el mundo en la academia de los Cardenales de san Luis en la República Dominicana comenzaron de decirle "El Tsunami" naciendo así el popular apodo, pero de cualquier manera era el mismo muchacho de Puerto Plata con sueños de llegar a Grandes Ligas. 

Martínez expresó que aunque ya tenía la fama, se mantuve enfocado en su preparación y su gran deseo de llegar a Grandes Ligas, por lo cual le da gracias a Dios cada día por esa bendición y siguió lanzando bien hasta que el equipo de los Cardenales lo mandaron a los Estados Unidos y cuando llegó a Júpiter, Florida, todos sus compañeros habían escuchado que su apodo era "El Tsunami" por la potencia de su recta y desde entonces es que lo llaman en el Club House o en la ruta, de hecho se hizo un tatuaje con ese nombre en su brazo de lanzar, lo cual según dijo le recuerda todas sus luchas y le motiva a alcanzar su potencial. 

Finalmente, asegura que le falta mucho todavía, pero por el momento se siente orgulloso de decir que es un jugador dominicano de las Grandes Ligas, de lo cual saca una importante lección de todo esto: "Es que la vida es una bendición. Si tienes un don de Dios, enfócate en eso, desarrollalo y la vida te dará una ola de oportunidades. De ahí depende de ti aprovecharlo al máximo". 

Por Antonio Heredia.−

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